Opinión

El “pedagogo” Cantó

El famoso máster de Cristina Cifuentes –que ha renunciado a él– está levantando abundantes casos similares en toda España y en la casi totalidad de los partidos políticos. No sé si quienes airearon el caso Cifuentes eran conscientes de que tendría un efecto “boomerang”, pues el panorama político español está plagado de falsedades y eufemismos, como se está recordando o aireando en estos días. Lo positivo, indudablemente, es que todos los políticos están revisando sus currículums, un paso más de salud democrática, que buena falta nos hace falta en este año que se conmemora el 40º aniversario de la Constitución.

La libertad irracional: Perder el sentido del límite

1Cualquier espectador medianamente reflexivo de la sociedad actual no puede menos que experimentar un gran desconcierto –¿a dónde vamos a llegar?, decimos– ante ciertos comportamientos que indican que se ha perdido el sentido del límite en casi todo, pero muy especialmente en la dimensión moral. Nuestra sociedad se asienta sobre una gran contradicción: por una parte, en materias económicas y sociales, cada vez existe más control administrativo, más leyes, más disposiciones que limitan la libertad de actuación de los individuos y de los grupos; y por otra parte, en el orden de los comportamientos éticos, el talante pluralista y las leyes ultra liberales han abierto las puertas de la total permisividad sin apenas establecer límites, en una especie de reino de libertad gratuita en el que cada uno puede hacer lo que quiera.

Violencia independentista catalana

La violencia se viene produciendo a muchos niveles, y da la impresión de que sólo los jueces están a la altura de esta crítica situación.

El pasado martes un juez de la Audiencia Nacional ordenó detener a dos miembros de los Comités de Defensa de la República, a los que ya califiqué como Comités de Imposición de la República, por los cortes en carreteras y sabotajes a peajes en Cataluña la pasada Semana Santa. La fiscalía les atribuye delitos de rebelión y de terrorismo.

En este clima, líderes independentistas catalanes representan el papel de demócratas, que sólo llaman a las manifestaciones pacíficas. No condenan la violencia, por lo que se hacen cómplices de la evidente violencia que el secesionismo catalán está mostrando: unos lo ejecutan, otros lo alientan, otros se alegran y otros consienten.

El Papa de la alegría

1El lunes se presentó la nueva Exhortación Apostólica del Papa Francisco, “Gaudete y exultate”, fechada el 19 de marzo pasado. Son, como es habitual, las primeras palabras del texto, que le dan el título: “Alegraos y regocijaos”. Pero es que las dos Exhortaciones Apostólicas anteriores del Papa también llevan en su título la palabra “alegría”: la “Evangelii gaudium”, de 2013, y “Amoris laetitia”, de 2016. Tres importantes documentos del Papa actual, en seis años de pontificado, y que las tres llevan en su título la alegría, por lo que ya se ha ganado el calificativo que destaco, de “el Papa de la alegría”. Y todos coincidimos que hace falta: abunda la tristeza hoy en día. Destacar algo no es excluir otras ideas o virtudes, ni tampoco entrar en comparaciones con otros Pontífices.

La feria de las vanidades

En la aldea global en la que se ha convertido nuestro mundo, los medios de comunicación, y muy especialmente los audiovisuales, han impuesto la frivolidad, el pasatiempo y la estulticia como el ámbito permanente en el que se mueve la vida mental de innumerables personas. Son miles de horas las que la gente pasa ante la pequeña pantalla mirando y escuchando, centenares las que dedica a leer u hojear ciertos periódicos y revistas; pero todo ese tiempo no se traduce ni un gramo de progreso en conocimientos formativos y en cultura, sino más bien lo contrario. El hecho sociológico es incontestable: muy probablemente, la mayoría de la gente adicta a la televisión no sabe por qué país discurre el río Ganges, por ejemplo, pero estarán enterados al detalle de la vida y de los escándalos de la famosa de turno, o de las vicisitudes del fichaje de un popular futbolista.

Un “procés” contra todos

Los independentistas catalanes se parecen, cada vez más, al conductor de la autopista que piensa que todos van en dirección incorrecta, menos él.

Ya no es sólo el Gobierno, ni los partidos constitucionalistas PP-PSOE-Ciudadanos, ni los jueces, ni la policía. Los secesionistas catalanes ahora tienen otro “perseguidor” para añadir en la lista: Alemania, porque su justicia detuvo a Carles Puigdemont y lo mantiene en prisión.

Pocas horas bastaron, para que los partidarios del “procés” se manifestaran, entre otros lugares, frente al consulado alemán en Barcelona, y se oyeron gritos como “Europa es una vergüenza”.

En el chiste de la autopista, un conductor circula, y oye por la radio: “¡Atención, tengan cuidado, un conductor circula en sentido contrario!”. Y un conductor que lo oye, responde: “¡Uno, no, todos!”. Todos, excepto los independentistas, estamos equivocados: podrían reflexionarlo un poco más, respetar a las personas de verdad.

Procesiones

procesionCientos de miles de españoles participan estos días en las procesiones, Vía Crucis, Horas Santas y actos en torno a la Semana Santa. No sé si algún año alguien habrá calculado la cifra de participantes en España, pero salta a la vista que son cientos de miles. Y millones de personas los que asistirán a las procesiones y demás actos como “público”. El silencio sobrecogedor de algunos pasos o momentos de estas celebraciones; el sonido atronador de tambores y bombos; los gritos emocionados de no pocos al pasar el Nazareno, la Dolorosa o Cristo Crucificado: devotos y curiosos se suman a las celebraciones. Son un imán que atrae también el “turismo religioso”, que los municipios fomentan, sean del partido político que sean los gobernantes, por su popularidad, arte, espectacularidad y emoción. Borriol, Torreblanca, Alcora…

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