El cónclave
Todos tenemos recuerdos imborrables de nuestra infancia. En mi caso, uno de ellos es el repicar de las campanas de la parroquia de Calamocha cuando, en junio de 1963, falleció el Papa Juan XXIII.
Yo no sabía nada sobre la importancia del Papa en la Iglesia, pero bastó observar el ambiente y escuchar algunos comentarios: gran dolor, cariño y respeto, oraciones en los días siguientes por el Papa fallecido y por el que fuera elegido su sucesor en el cónclave como representante de Jesucristo en la tierra.
La práctica religiosa era muy mayoritaria en aquellos años. Ahora es minoritaria en España, aunque nuestra historia y tradiciones llenan nuestra vida cotidiana. Basta que recordemos las procesiones de esta Semana Santa, multitudinarias y fervorosas, para volver a caer en la cuenta que nuestra cultura actual debe mucho al catolicismo.