Renfe descarrila

Los retrasos de los trenes son continuos, demasiado frecuentes en España. Nuestros impuestos nos otorgan el derecho a un mejor servicio, y no hay excusas.

Por ejemplo, un AVE Madrid-Barcelona que el pasado lunes, 26, salió con 45 minutos de retraso. Soy comprensivo: puede ser un problema de salud repentino del maquinista, pero una empresa de tal calibre tiene que tener una solución mucho más rápida.

Son tantas las deficiencias que tenemos el riesgo de resignarnos, quejarnos en casa y con los amigos –y hasta “calcular” los retrasos como algo inevitable para llegar puntuales al trabajo-, pero no poner más medios entre todos.

Renfe tiene 15.000 trabajadores, que se dice pronto. Ante un mastodonte de esta dimensión, es evidente que la cúpula directiva ha fallado estos años y falla ahora. Hay que ser más honrados y valientes y poner al frente a directivos con experiencia y cualificados, no “colocando” a colegas de partido político. Pedro Sánchez es el principal responsable. El presidente, Álvaro Fernández Heredia, está noqueado.

Ha sido bochornoso, hace unos días, que 30 trenes resultaran afectados por el robo de cable de la línea ferroviaria de alta velocidad Madrid-Sevilla. Un caos imperdonable, que se suma a los crecientes retrasos y problemas de los últimos meses.

Sobre retrasos de trenes, basta la experiencia de todos nosotros. Pero es que, bajando a otras cuestiones, que dan calidad o no a este servicio, podemos empezar por la propia app de Renfe. Tiene mucho que mejorar, y es muy importante: tiene que ser muy asequible y rápidamente utilizada por cualquier persona, y ahora es complicada ¡dicho por una empleada de Renfe, que le costó Dios y ayuda instalársela correctamente!

Otro desprecio permanente: a punto de salir un tren de media o larga distancia. Hacen cola en la estación de inicio de itinerario unas 150-200 personas, por ejemplo en Barcelona Sants. Gente joven y mayor, que han pasado ya el control del billete y el escáner. Los empleados abren el acceso al tren ¡10 minutos antes de la salida! Muchos corren, gente mayor arrastrando maletas o bultos, mamás con bebés, ¿Tanto cuesta entender que deberían abrir antes el acceso al tren, que está parado en la vía? 

Filas de acceso a vías: ¿tanto cuesta poner un letrero que indique dónde “hacer fila”? Extranjeros que no se aclaran, una empleada resolviendo preguntas durante media hora para que se pongan en esa fila 150-200 personas.

Entre los empleados, muchos atienden con amabilidad; otros deberían recibir un correctivo por sus modales, gestos, contestaciones. ¡Les pagamos nosotros!

No funciona internet una mañana, por ejemplo en Castellón el pasado 27 de mayo. Ni venta de billetes, ni… La gente, lógicamente, nerviosa porque está fuera de servicio a media mañana. ¿Tanto cuesta prever que esto pasa, y que se pueda pagar en metálico? Una empleada de Renfe diciendo: “La gente está histérica”. Evidente: viajes, citas, trabajo. No es una minucia. ¿Cómo estaría ella en esa situación?

En la España del “apagón inexplicado” pasan muchas cosas. Los ciudadanos tenemos que exigir, porque nosotros pagamos a los 15.000 empleados.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.