Respeto al opinar

La muerte del Papa Francisco, que preveíamos cercana aunque no inminente, el pasado lunes 21 de abril, el funeral y los preparativos para el cónclave que elegirá a su sucesor, ofrece muchos ángulos, también el periodístico.

Pasados unos días me atrevo a apuntar alguna característica informativa, que desde luego requerirá un análisis más profundo dentro de un tiempo. También es cierto que un análisis más profundo necesita tomar nota de lo que ha sucedido estos días.

Falleció el Papa Francisco y no pocos “a bote pronto” de líderes de toda índole y colegas de los medios de comunicación nos inundaron. Es el riesgo del “a bote pronto”, de opinar de todo cuanto sucede. Por eso pudimos leer o escuchar algunas opiniones muy sensatas, y otras que cayeron en la descalificación más grosera y sectaria.

Me han preguntado cómo puede ser que no haya en algunos un mínimo respeto a la figura del Papa fallecido, y al dolor en la Iglesia y en los católicos.

Las causas son diversas: afán de protagonismo constante, enjuiciar la Iglesia con esquemas meramente humanos sin tener en cuenta su carácter sobrenatural, la falta de formación religiosa en muchos que opinan, el anticatolicismo, el imposible “castigo” (económico, jurídico, etc.) de la Iglesia ante algunas barbaridades que se han expresado a diferencia de otras instituciones que pueden castigar con retirada de publicidad.

Desgranando algunos motivos, también sale a relucir que estamos en la sociedad de la información, y también en la sociedad de la desinformación, donde cabe casi todo o todo, desde los bulos hasta la ridiculización de algo que, para millones de personas, es tan querido y delicado como el Papa, sea quien sea.

Ante la falta de formación religiosa y de alejamiento de la práctica religiosa de los que han vertido algunas barbaridades, me ha convencido el razonamiento de un amigo: “Los periodistas se forman en economía, por ejemplo, para no deslizar afirmaciones fuera de lugar contra una gran empresa, o procuran reunir la información mínima antes de atacar o poner en entredicho ¿no?”

Entramos en las debilidades del periodismo actual. No es que sea imprescindible que un periodista practique la fe católica y tenga una formación religiosa de cierto nivel, pero está claro que algo influye.

Sin embargo, a la hora de emitir opiniones sobre el Papa, conviene tener presente que millones de personas en todo el mundo rezan por él, y en el momento de su muerte, y ahora por su sucesor, en un cónclave que es el más universal y tal vez más impredecible.

En España la práctica religiosa es, ahora, minoritaria. Aunque basta recordar las multitudinarias y fervorosas procesiones de la Semana Santa que hemos vivido, para caer en la cuenta que nuestra cultura es católica, aunque es verdad que ese hecho molesta a algunos.

Son días de dolor en millones de personas. También de gratitud y de oración. Solo los hombres rezan. La asignatura del respeto es exigible siempre, aunque no se estudie. Discrepar es bueno, pero con educación, sin insultar y con respeto.

 

Foto Vatican News

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.