DESPUÉS DE LA TREGUA

Este año más que nunca la Semana Santa ha sido providencial para dar una tregua al espeso ambiente político que se había gestado en España.

Durante estas Pascuas, los grandes periodistas de la radio se fueron de vacaciones, las cadenas de televisión se vieron invadidas por las habituales películas "de romanos"; incluso los periódicos parecieron bajar de tono.

Y es que no hay festividad religiosa de la talla de esta semana trágica y gloriosa que nos encoge el corazón al ponernos ante los ojos la bajeza humana de un pueblo -cualquier pueblo- que un día acogió con palmas al Salvador y cuatro días más tarde lo crucificaban. Ello ocurrió en Jerusalén hace veintiún siglos pero podría pasar hoy en cualquier parte del mundo.

Puente rompe los puentes

El lector puede valorar estas afirmaciones que ha hecho el ministro Óscar Puente, ahora que él ha encargado una lista de los insultos que se han vertido hacia él en medios escritos. A los periodistas les llamó “lacayos a sueldo”; a la consejera de Transportes de CyL, “sinvergüenza”; al diario “El Mundo”, “panfleto”.

Tal vez está deseando que escribamos de él que tiene aspecto de galán de Hollywood, por su físico y por su modo de expresarse. Pero no sé por qué, no me sale ni haciendo un esfuerzo, porque en mi opinión su aspecto es de portero de discoteca, para amedrentar a clientes que dan problemas o pueden darlos, por su actitud o excesivas consumiciones alcohólicas. Y que conste que he conocido a porteros de discoteca muy dignos y adecuados para esa tarea, desempeñando bien su trabajo.

Puente quiere callarnos

“Nuestro” ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, quiere silenciarnos, pues ha encargado que se recojan todas las columnas de opinión en las que se le insulta. Ante tal declaración inaudita y amenazante, coincido con Carlos Alsina: “¿y qué utilidad tiene ese trabajo para los ciudadanos? Yo no le veo ninguna”.

Puente, vallisoletano nacido en 1968 es licenciado en Derecho. Obtuvo la licenciatura en 1993. No tengo datos de porqué tardó tanto en obtener la licenciatura, con 25 años, cuando lo habitual es unos años antes. Tal vez tuvo importantes reveses económicos y tuvo que compatibilizar estudios y trabajo, o era más persona de acción que de estudio. 

Legalidad-Legitimidad

Entre los muchos conceptos que interactúan en el mundo del derecho hoy se me ha ocurrido, ya veremos el motivo, poner sobre la mesa los de legalidad y legitimidad. Los operadores jurídicos los manejan con asiduidad y solvencia. Otra cosa es fuera del estricto ámbito profesional pues, aunque se parecen, tiene significados distintos lo que podría dar lugar a cierta confusión. Intentaré, en la medida de mis modestos conocimientos, precisar  ambos  términos apoyándome para ello en estudiosos que han profundizado en la materia.

El concepto de legalidad es  fácil de comprender y de definir. Un acto o negocio jurídico es legal si se somete al ordenamiento jurídico al amparo del cual se ha dictado. Se ciñe al ámbito estrictamente jurídico y son los jueces los competentes para determinar si el hecho es o no legal. “Este principio tolera el ejercicio discrecional del poder, pero excluye el ejercicio arbitrario y aquí es donde entra en juego la legitimidad.”[i]

Saber descansar

Son días festivos, estamos en Semana Santa, días del máximo sentido religioso y también de descanso. Participar en procesiones y ceremonias religiosas también supone un descanso para el espíritu, y de hecho aumenta la participación cada año, por motivos distintos: fe, tradiciones populares, arte o vistosidad.

Algo tan humano como el descanso me sugiere unas líneas. Ninguno somos una máquina inagotable, tenemos brotes de cansancio físico o psíquico, según nuestro trabajo y las circunstancias de nuestra vida. Pienso que, en primer lugar, hay que aprender a no agotarse, sabiendo detectar situaciones duras que, precisamente en estos días, podemos reconocer y paliar, o empezar a mitigar. ¡Pobre de quien se crea ‘superwoman’ o ‘superman’! Algo básico: cuando se descubre un descosido, arreglarlo pronto antes de que el tejido se rompa. No agotarnos es reconocer nuestros límites.

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