VALENCIA, CARAMBOLA de PUJOL, FRACASO de un PAÍS
En la Transición, Jordi Pujol se propuso que la lengua catalana fuera la clave de bóveda de un nuevo país. Para lograrlo, necesitaba cambios profundos dentro y fuera de Cataluña. De puertas adentro debía de recuperar el uso del catalán, en retroceso en una sociedad que, en las últimas décadas, había atraído a gentes de toda España que tenían el castellano como lengua materna. Para ello fueron fundamentales la inmersión lingüística —que se utilizó, además, para el adoctrinamiento en las tesis nacionalistas— y la televisión autonómica, TV3, con los resultados por todos conocido.
Fuera de Cataluña actuó en tres frentes. En Madrid necesitaba la complicidad del Gobierno central para aplicar su plan de catalanización sin trabas. A CiU, convertido en partido bisagra, le abrió todas las puertas, primero el PSOE y luego el PP. El segundo frente se centró en Baleares y en la Comunidad Valenciana en pos de crear lo que el nacionalismo catalán empezó a denominar en los años 60 «países catalanes». El tercero sería actuar en el extranjero.