El mal del pecado
Como la sombra que acompaña al que camina a la luz del sol, el mal, en sus distintas manifestaciones, es inseparable de la vida humana, tanto individual como colectivamente. El hombre es el único ser de la creación que entra en la vida llorando, pues la primera manifestación del bebé que sale del vientre de su madre es el llanto. ¿Es ello la más clara prueba de que su destino es el sufrimiento?… El mal que sufrimos los humanos es de dos clases, el físico y el moral, y ambos superan nuestra capacidad de comprensión y de control. No comprendemos ni podemos controlar el mal físico de las numerosas enfermedades que padecemos, el sinsentido de los desastres naturales que causan miles de víctimas, los accidentes innumerables que acompañan a la actividad humana. Y tampoco logramos comprender y controlar los genocidios causados por las guerras absurdas, las crueles opresiones e injusticias de unos hombres sobre otros, las infinitas maldades causadas por el interés y egoísmo humano.