Hasta en la cárcel
El independentismo radical en Cataluña ha llegado a ser insoportable, allí y en el resto de España. Si no, que se lo pregunten a quien compartía cárcel en Soto del Real con el líder de ANC: le concedieron a ese preso el traslado, pues decía que Jordi Sánchez era un “machaca insoportable”.
Llegó a decir ese preso que compartir celda con el independentista Sánchez era como tener “dos cárceles”, que ya es decir. Es una anécdota ilustrativa del hartazgo con el que muchos viven el intento secesionista catalán, por la falta de respeto a quien no piensa igual, la pertinaz insistencia con ocasión y sin ella. Hay ya pactos explícitos de no hablar entre amigos y colegas de “no hablar de Cataluña”.

Ya sé que todos nos consideramos gente de bien y de orden, pero todos no lo son. La gente de bien y de orden es la gente que quiere paz, que su preocupación principal es el trabajo y la familia y que no tiene sueños revolucionarios, ni está con proyectos excluyentes, ni se siente dentro de una democracia madura subyugado a ningún estado opresor y lo único que pide es la convivencia, no la victoria de nada ni de nadie.