Durante todo el mes de agosto no ha habido noticia más presente en los medios informativos que los pavorosos incendios que han asolado -hasta el momento- más de 420.000 hectáreas de España lo que representa el 10% de muchas de nuestras autonomías, en particular las de Castilla León, Extremadura y Galicia.
2025 está siendo un año especialmente agresivo en materia de incendios hasta el punto que ha conocido diez veces más extensión destrozada por las llamas que en el año anterior.
Tales incendios han conllevado pérdidas humanas y también de animales, la destrucción de viviendas y hasta de localidades enteras, ha supuesto la pérdida de zonas agrarias, de huertos y bosques que tardarán siglos en recuperar su riqueza ecológica.
A pesar de semejante tragedia humana, económica y de agresión a la naturaleza, los partidos políticos están siendo incapaces de ponerse de acuerdo en establecer un juicio equilibrado sobre las causas que provocaron el desastre y que permitiera encontrar medidas preventivas que impidieran que semejantes dramas se repitieran en el futuro.
Desde el gobierno se han querido cargar las culpas de los incendios sobre el cambio climático y el calentamiento global, es decir, sobre fenómenos propios de la naturaleza contra la cual, la mano del hombre tiene poco que hacer.
Desde los partidos de la oposición se insiste en que existen responsabilidades humanas e incluso políticas que hubieran podido evitar o, al menos, mitigar el alcance de la tragedia.
En primer lugar, se encuentra la despoblación del campo que ha perdido millones de habitantes que con sus explotaciones agrícolas y ganaderas se encontraban en clara simbiosis con la naturaleza por la que velaban y a la que mantenían en condiciones tales que los incendios, en caso de se produjeran, no se hubieran propagado con la violencia con que lo están haciendo. La existencia de cortafuegos, el hecho de que el ganado se alimentara de las plantas que ahora crecen de forma silvestre, agravan el alcance de los incendios.
El vaciamiento humano de los campos conlleva también la voracidad de unos intereses económicos que están también en el origen de muchos fuegos provocados por pirómanos y también de otros iniciados descuidadamente por visitantes que carecen del sentido de la responsabilidad del cuidado del campo o del riesgo que conlleva el abandono de un cigarrillo mal apagado o de una barbacoa imprudente pueden iniciar un drama que las bajas temperaturas superando los 40 grados durante interminables olas, el viento, la escasez de lluvia y la falta de humedad convierten las llamas en un fenómeno difícil de frenar por la mano humana y que solo la propia naturaleza será capaz de corregir.
Las fuerzas del orden han detenido a 40 pirómanos e investigado a un centenar de imprudentes. Llevar un censo de unos y otros como propone el PP en su documento con 50 propuestas contra al fuego, es una buena idea como también lo es aplicar una política estricta de prisión y elevadas multas, para frenar esta plaga que está destruyendo nuestra vegetación.
No cabe duda que el fuego se calmará cuando pasen las olas de calor del verano. Mirando al futuro, será necesario invertir en previsión durante los meses fríos del año. Aunque el coste sea elevado, siempre será inferior al enfrentado para apagar voraces incendios como los conocidos este año.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.