Triple juego con la CUP
Carles Puigdemont y Ada Colau se apoyan en la CUP para lo que les interesa, que es el intento alocado del independentismo. A la vez, tienen una actitud permisiva injustificable por sus acciones contra el turismo. Y Puigdemont califica de muy lamentable la decisión de la CUP de no asistir a la manifestación del sábado 26 contra el terrorismo si asiste el Rey.
Del triple juego de Puigdemont sólo es aceptable uno, el de reprocharle que ponga por encima la ideología republicana de la CUP tras los actos terroristas en Barcelona y Cambrils, con 15 muertos. En esta crítica de Puigdemont coincidimos todos, salvo la CUP.
Exigirle coherencia a Puigdemont es complejo, porque el procés independentista no tiene lógica ni jurídica ni política, por mucho que insista. Todo lo supedita a su locura. Y su consellere de Interior, Joaquín Forn, hasta ha distinguido entre muertos catalanes y muertos españoles: Forn es de madre ecuatoriana y sus hermanos viven en Quito, y para parecer catalán de nacimiento se ha quitado la última letra de su segundo apellido, que es Chiairello.