Desde estas líneas quiero felicitar a los agricultores navarros de la asociación “Semilla y Belarra”, asociación de agricultores independientes, por su originalidad en la lucha agraria.
Las movilizaciones agrarias quedaron atrás; ya nadie se atreve a convocar. El gobierno, olvidando el derecho de los ciudadanos a manifestarse, utilizó toda su fuerza represora contra los desesperados agricultores y ganaderos. Hoy, molidos a palos y suavizados sus ánimos con elevadas multas, cuesta mucho moverles. La mayoría, tras la derrota, tienen la sensación equivocada de que las manifestaciones no sirven de nada. Pero, ¿Si no sirven de nada, por qué las reprimieron con tanta ferocidad? las manifestaciones, si van contra sus políticas, preocupan enormemente a los políticos, no en balde, si tienen la fuerza suficiente y piden soluciones concretas, pueden hacer cambiar las políticas de los gobiernos o incluso hacerles caer.
Sin voluntad de vencer no se vence. Y esa voluntad de vencer tiene que ser colectiva; de todos, no sirve con la de unos cuantos. Perdida la voluntad de vencer por la mayoría, para mantener la llama de la lucha encendida, hay que inventar, hay que ser originales, hay que buscar la forma de llegar a la gente: los ciudadanos deben de saber que todo sigue igual, que los políticos siguen maltratando a la agricultura con sus políticas y que su alimentación corre peligro.
Semilla y Belarra son un ejemplo a seguir: en vísperas de San Fermín han salido a las calles de Pamplona con una espectacular y artística pancarta a contar a la gente nuestra situación. La pancarta habla por sí sola y caricaturiza con excepcional crudeza como las políticas globalistas y de falso verde de la Unión Europea aplastan nuestra agricultura y ganadería.
Observando la original pancarta, me he permitido la licencia de interpretarla con una tragicomedia en tres actos, que título: “El Gran Zapatazo Verde”
Acto I: EL SOCAVÓN Y EL ZAPATO
Había una vez, en la vasta y olvidada llanura de Eururalia, un hombre sencillo, curtido por el sol, el viento y el BOE: el Agricultor. No era un superhéroe, aunque cargaba en la espalda lo que ni Superman se atrevería a levantar: la alimentación de los ciudadanos. Sudaba como ministro en rueda de prensa, mientras emergía a duras penas de un socavón cavado no por la naturaleza, sino por la voluntad tecnocrática de Bruselas. En ese agujero negro habían ido a parar la rentabilidad, la dignidad rural y hasta la esperanza de la PAC.
Sudando a mares, con la cara desencajada entre el esfuerzo y la desesperación, el Agricultor se aferra con una mano al trigo de su existencia y con la otra sostiene... un pie. No un pie cualquiera. Es un pie descomunal, colosal, calzado con bota de reglamento europeo, encerado con tinta de directiva, perfumado con burocracia tecnocrática y rematado con el esmalte sostenible de la Agenda 2030. Era el Pie de la Comisión Europea.
Y ese pie baja, lento pero implacable, directo al lomo de nuestro campesino, impulsado por dos motores infernales:
- El Turbo-Libre-Comercio, también conocido como "Tráete lo que quieras de fuera, que aquí ya si eso, les cerramos la granja". Este sistema permite la llegada de mangos en febrero, carne tratada con hormonas, tomates que no saben a nada, mientras aquí se abandonan hectáreas porque "es más barato importar desde el Cuerno de la Abundancia", aunque no sepamos que venenos puedan tener o a quien se explotó para producirlos.
- El Reactor Nuclear “Pacto Verde Europeo”, esa biblia de lo "sostenible" que prohíbe lo que funciona y te obliga a lo que te arruina. Es un arsenal normativo que impone al Agricultor una lista de prohibiciones más larga que una declaración de la renta: no abones tanto, no fumigues con eso, no siembres con aquello, no pongas esa valla, no mires al suelo sin un informe de impacto y sobretodo, registra todo lo que hagas que te quiero controlar hasta el ca… ca …
Desde el mismo socavón, también emerge un niño. Con su carita sucia y el alma rota, conduce un tractor de juguete mientras llora como quien ya entiende que su herencia es un campo baldío y una deuda moral. Es el hijo del Agricultor; es el Relevo Generacional. Y está aprendiendo antes de tiempo que en la Europa moderna, sembrar es un acto de resistencia.
A su lado, tres ovejas tiemblan de miedo. Representan a la ganadería: siempre en segundo plano, siempre al borde del abandono. Y ahí vemos también a Robustiano, el cabrón (macho cabrío) con nombre de luchador, que embiste con rabia al pie de la Comisión... sin que ésta note siquiera su existencia.
El paisaje fuera del socavón es dantesco: tierra yerma, polvorienta, desolada. Sobre ella, una luna triste observa desde lo alto, testigo silente del eclipse agrario en el que nos ha sumido esta Unión que tanto presume de verde mientras deja morir de sed a sus raíces.
Acto II: EL DESIERTO DE LOS DESPROPÓSITOS
Pero allá, a lo lejos, entre la calima del abandono, se alza una colina verde. Radiante, llena de futuro, es el sueño es la esperanza. Pero entre el hoyo y la colina, se extiende un desierto lleno de peligros y caricaturas estremecedoras.
Primero, unas hienas sonríen con dientes afilados. Son los políticos. Con trajes caros y argumentos baratos, redactan leyes desde despachos con café orgánico mientras el campo se vacía. Le llaman "transición ecológica" pero huele a traición económica.
Más adelante, un árbol seco, sin hojas, triste como un manzano abandonado. En sus ramas, buitres al acecho, ávidos de los despojos de la ganadería y agricultura europea:
- Los de los Fondos de inversión, que compran tierras como quien compra criptomonedas.
- Los de las malditas Corporaciones Agroalimentarias, que producen barato allá y venden caro aquí.
- Los de los Lobbies ecologistas, que exigen prohibir fitosanitarios desde sus apartamentos con bonsáis.
- Los de los Lobbies energéticos, que arruinan nuestros paisajes y matan nuestra fauna. Su propósito: forrarse de dinero mientras expropian nuestras tierras, convirtiendo el campo en un tablero solar y eólico donde no crecen ni los cardos borriqueros.
- Los Precios de insumos por las nubes, porque producir sano ahora es lujo.
- Impuestos altos, que castigan al que trabaja mientras premian al que especula.
- Plagas exóticas, que vienen gratis con la globalización pero sin manual de control, porque los fitosanitarios están prohibidos por la UE. Y si usas algo, te multan. Y si no lo usas, pierdes la cosecha.
Del árbol cuelga una soga: la tentación del abandono, la puerta de salida para quien ya no puede más. Al lado, una manzana del eden y una serpiente sonriente: es la trampa de la PAC. Te promete ayuda, pero viene con más condiciones que un seguro de coche en islandés. Y lo peor: te hace depender, cuando tú solo querías producir.
Acto III: LA CIMA FERTIL
Y sin embargo, pese al calor del desierto, las hienas, los buitres, las leyes y los lobbies, el Agricultor avanza. No porque le ayuden. No porque le dejen. Sino porque no tiene otra. Porque si él no siembra, no hay mañana. Y si su hijo no lo ve caminar, jamás creerá en el futuro.
Avanza porque una cabra embistiendo y un niño llorando ya son motivos suficientes para resistir. Porque hay algo más fuerte que el peso de la carga: el orgullo de alimentar al mundo con las manos limpias y el alma cansada.
Y al final, tras atravesar todos los infiernos, padre e hijo llegan a la colina verde. No hay aplausos. No hay medallas. Solo tierra fértil, lista para sembrar. Un sol que no juzga. Y un silencio que suena a victoria.
Pero esto no es el final. Es el principio de una nueva siembra. Y la lucha agraria debe seguir. Porque si algo tenemos claro es que sin Agricultura, no hay comida. Como dijo Henry Kissinger “Quien domina la alimentación domina a las gentes”. No dejemos que nadie nos domine, no abandonemos la lucha, somos la garantía de libertad y sin lucha agraria peligra el futuro, la comida y la libertad.
Por eso, en 2025, la Asociación de Agricultores Semilla y Belarra continuará peleando. Porque el campo no se rinde. Porque la tierra, aunque seca, siempre espera la lluvia de los valientes. Que nuestro patrón San Fermín nos proteja y nos ayude en la lucha.
GORA SAN FERMIN
Víctor Pascual Viciedo Colonques es Presidente de la Associació de Llauradors Independents Valencians (ALIV)