ALLA VAN LEYES, DONDE QUIEREN REYES

Alguien calificó a nuestro rey Alfonso VI el primer afrancesado de la historia y la verdad es que estuvo bastante acertado. Alfonso VI casó sucesivamente con dos princesas francesas, a sus dos hijas con dos franceses, hizo arzobispo de Toledo a un francés y obispos a varios franceses más. Por otra parte, consistió que el Papa Hildebrando aboliese en Castilla al rito gótico-mozárabe, observando sin contradicción alguna desde los tiempos de Recaredo, para cambiar lo por el romano de moda en Francia.

Tanto la nobleza como el clero y el pueblo se negaron a ello y fue preciso someter la cuestión, según costumbre de la época, al denominado juicio de Dios. Lucharon, pues, dos caballeros, uno a favor del rito nacional y otro en defensa del extranjero, quedando vencedor don Juan Ruiz de las Matanzas, por el nacional.

Más de nada sirvió. Acosado el rey por su mujer doña Constanza, que como ya hemos dicho era francesa, en 1085 hizo reunir en Burgos un concilio, el cual decretó la abolición del antiguo misal y como quiera que toda Castilla seguía en su opinión de conservarlo, recurriose de nuevo a otro juicio de Dios, para que se revocase la sentencia. Esta segunda vez se hizo mediante la prueba del fuego. Consistía en echar ambos misales a una hoguera y el que no se quemase sería el ganador.

Así se hizo y volvió a triunfar el gótico-mozárabe, más en contra de las pruebas admitidas como divinas y en oposición también a la voluntad de todos, a riesgo de producir revueltas que, incomprensiblemente, no tuvieron lugar, el rey ordenó tajantemente que se desterrara de las iglesias el tan aludido rito gótico-mozárabe, permitiendo solamente que éste se practicase en una capilla de Toledo.

De tales hechos y de la testarudez y capricho de Alfonso VI, nació la frase que ha llegado a nuestros días, conocida por: <Allá van leyes donde quieren reyes>, modelo como puede apreciarse de arbitrariedad.

Extraído del Anecdotario Histórico Militar, Ediciones Empuje 1977

Imágenes: Wikipedia, Wikipedia, Castillo de Almodóvar, Enciclopedia Católica

 

  • Ángel García Muñoz