Saber descansar

Son días festivos, estamos en Semana Santa, días del máximo sentido religioso y también de descanso. Participar en procesiones y ceremonias religiosas también supone un descanso para el espíritu, y de hecho aumenta la participación cada año, por motivos distintos: fe, tradiciones populares, arte o vistosidad.

Algo tan humano como el descanso me sugiere unas líneas. Ninguno somos una máquina inagotable, tenemos brotes de cansancio físico o psíquico, según nuestro trabajo y las circunstancias de nuestra vida. Pienso que, en primer lugar, hay que aprender a no agotarse, sabiendo detectar situaciones duras que, precisamente en estos días, podemos reconocer y paliar, o empezar a mitigar. ¡Pobre de quien se crea ‘superwoman’ o ‘superman’! Algo básico: cuando se descubre un descosido, arreglarlo pronto antes de que el tejido se rompa. No agotarnos es reconocer nuestros límites.

Hay un deber de descansar. No es un lujo ni egoísmo, es una necesidad. Por razones económicas, es lógico no asociar el descanso a viajes largos y caros, o gastos que no podemos asumir. Suelo hablar del descanso en familia, o en un pueblo de la provincia de Castellón. Con sentido común y con buen humor, descubrir nuestro descanso posible y el de la familia. Descansar no es evasión, huir ansiosamente de la realidad agota.

La sabiduría popular nos dice que no dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy. También conviene tener presente que es bueno dejar para mañana lo que no puedas hacer hoy. Sin ansiedad constante, pendientes del mail, los impactos, los whatsapp. Descansar de internet para conectar con los que nos rodean puede descansar mucho.

Regla de oro: medir las propias fuerzas. Hacer favores, estar disponible, es muy loable, pero fijando prioridades y límites: sencillamente, no podemos ayudar a todo el mundo, no está en nuestras manos arreglar la humanidad. Realismo y madurez van unidos. Otro aspecto es leer los signos del cansancio, en nosotros y en los demás. No todos nos cansamos por lo mismo y por igual, han aumentado los casos de “estar quemado” (‘burnout’) o estrés profesional: los perfeccionistas e inseguros son más proclives. 

Proyectos irrealizables agotan. Hay cansancios que son culpa nuestra. El cansancio es habitualmente el resultado de una tensión continuada. Paciencia, escuchar, salir con tiempo, ejercicio físico: todo ello descansa y hace descansar a los demás. El buen descanso debe estar abierto a la familia y a los amigos. El descanso individualista no alivia de verdad, produce una extraña ansiedad por escaparse, y cansa.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.