ALFONSO EL MAGNÁNIMO protector del saber

El 23 de abril se celebra el “Día del Libro”. Con la conmemoración de esta efeméride la UNESCO pretendió fomentar la lectura y la industria editorial. En dicha fecha de 1616 fallecían Cervantes y Shakespeare. Por este motivo se ha elegido este simbólico día para la literatura universal para rendir un homenaje al libro y sus autores, y alentar a descubrir el placer de la lectura, deleitarse con la ampliación de conocimientos y valorar mejor la investigación y el progreso social, cultural y científico.

La obra “Las Mil y una noche” es una colección de cuentos arábigos, de autoría y procedencia diversa, contiene uno titulado “El libro mágico”. En él se relata que el más hermoso jardín es una estantería llena de libros, pues el libro es un instrumento que fortifica el corazón, sostiene el espíritu e incrementa el saber.

El humanista valenciano Juan Luis Vives en su tratado “De concordia et discordia in humano genere” (1529) señaló que “Los libros han ganado más batallas que las armas” y para lograr la paz en una Europa en conflictos recurrió al mejor medio que tenía a su alcance: la pluma, con la que redactó misivas, opúsculos y tratados dirigidos a reyes y príncipes de la época para persuadirlos y evitar la guerra. 

Una de las facetas que cabría resaltar de Alfonso el Magnánimo es que se sintió y actuó como un verdadero monarca del Renacimiento. Un librero florentino de finales del siglo XV, Vespasiano de Bisticci, señaló que los hombres de ciencia de su tiempo habían disfrutado de dos sobresalientes benefactores: el papa Nicolás V y el monarca Alfonso.

Dicho Rey fue un gran amante y protector de las letras. Tuvo a su servicio hombres de todas las ramas del saber. Estimó y recompensó a cualquier intelectual que diera muestras de ingenio. Su corte napolitana fue sede cultural de primera magnitud. Este sentimiento por la cultura fue impulsado en la última década de su vida, en parte, por Antonio Becadelli que desempeñó el cargo de secretario del rey y maestro de ceremonias literarias. Convirtió la corte en un foco donde se armonizaban las diversas facetas culturales: la literaria, la artística, la filosófica, la científica, etc. Esto atrajo a intelectuales de la época, bien porque se veían recompensados y financiados, o bien por el ambiente reinante en el círculo cortesano. 

El aprecio que sintió el Monarca por los libros quedó de manifiesto en un memorable decreto que prohibía la exportación de libros. En él se elogia la sabiduría y los beneficios que confieren a los súbditos en todas las esferas de la vida. Resalta el ejemplo de los clásicos; algunas de sus vivencias tienen vigencia y encierran la clave de la condición humana. 

Para impedir la fuga de tal tesoro prescribe que los mercaderes puedan sacar libro alguno de sus reinos sin la licencia especial. Se cuenta que cuando sus tropas saqueaban alguna ciudad procuraban regalarle cualquier libro que pudieran encontrar para halagar su sensibilidad. 

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Dignidades de la Iglesia y personas de Estado, sabedores de la afición de Alfonso el Magnánimo por los libros, contribuyeron con donaciones a enriquecer su biblioteca. Pocas manifestaciones literarias o artísticas fueron ajenas a las preocupaciones culturales del gran mecenas en la corte napolitana del Magnánimo. 

El mismo Magnánimo adoptó la divisa “Vir sapiens dominabitur astris”, leyenda inscrita en un libro, convirtiéndose en el primero de los príncipes seglares en llevar “el saber” como “insignia”.

Se lloró la muerte del Rey con el siguiente epitafio: “Las Musas yacen con Alfonso en su tumba”. Se llegó afirmar que con el fallecimiento del Rey “La esperanza de los hombres de letras se ha extinguido totalmente”.

La reina María, esposa del Magnánimo, no fue ajena a esta afición. En 1445 tenía a San Hugo de Lincoln copiando en Valencia “en una excelente caligrafía y sobre un buen pergamino.

La rica biblioteca del Monarca fue una institución en su reinado. Pero no solo era una estantería de libros y refinados códices, sino también un lugar de estudio y trabajo para hombres preocupados por las letras y las artes.

Se ha escrito que “Un libro es lumbre del corazón/corona de prudentes/diadema de sabios/honra de doctores/vaso lleno de sabiduría (…).

 

LAS PROVINCIAS. Opinión. Publicado el viernes 26 de abril de 2024, p. 33

Imagen1: Escudo de armas del rey Alfonso V de Aragón el Magnánimo como caballero de la Orden del Toisón de Oro, a la que accedió tras su séptimo capítulo de Gante, 1445. Leyenda: TRÈS HAÙT ET TRÈS EXCELLENT ET TRES PÙISSANT PRINCE DON ALPHONSE, ROY D’ARRAGON V. DÙ NOM. ‘Muy alto y muy excelente y muy poderoso príncipe don Alfonso, rey de Aragón V del nombre’. Wikipedia

  • José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia, 
    Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de 
    Plata de la Ciudad de Valencia.