El reto de Feijóo

A la alegría de ver cómo ganaba Carlos Alcaraz en Wimbledon a Matteo Berretini –parecía casi sincronizado el final del partido con el comienzo del ‘Cara a cara” electoral- , le sucedió el debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. La sana competencia deportiva no tiene nada que ver con la competencia electoral, lo cual es también lamentable, por las formas y el fondo de muchos de los debates, incluido el de Antena 3 el pasado lunes por la noche.

En un debate hay diversos elementos para analizar, básicamente agrupados en la forma y el fondo, los logros de la comunicación verbal y ahondar en cuestiones importantes que atañen a los votantes. Tanto en la forma como en el fondo, Feijó salió vencedor, ante un Sánchez que está herido, a la desesperada, tal como se comprobó en el debate, como un jabalí herido: nada que perder, puesto que las encuestas –salvo la del CIS de su amigo Tezanos– son tozudas. Desde el comienzo, Feijóo explotó el nerviosismo de Sánchez, mencionándolo expresamente, y haciendo gala Feijóo de una calma e ironía gallegas, que hasta hizo sonreír, como cuando Sánchez le dijo que no sacara a pasear el Falcon, y Feijóo le contestó “a bote pronto” –siguiendo con el tenis– que quien saca a pasear el Falcon es él.

Un debate molesto para el espectador. Sánchez interrumpía con frecuencia, hablaban los dos a la vez. No aprenden muchos políticos la educación mínima y el respeto a los ciudadanos. Tal vez los dos moderadores, Vicente Vallés y Ana Pastor, fallaron: tampoco era tarea fácil, y bien lo sabemos quienes hemos tenido que moderar debates.

Las formas de Sánchez son de una verborrea incontenida y fomentada. Feijóo, mucho más discreto y controlado. La cara del presidente del Gobierno era tensa, con muecas continuas, cortes frecuentes del “no es cierto” a lo que decía Feijóo.

Sobre el fondo: Sánchez vino a decir que somos los mejores de Europa, con su expresión de que España “va como una moto”. Pensé para mis adentros que vamos en una tartana. Los datos que aportó Feijóo son una muestra, pero la realidad que percibimos los ciudadanos le dan a razón al gallego: inflación, precio vivienda de alquiler y en propiedad, coste de vida. Sánchez seguía son su “mantra”: Voz y Abascal, Abascal y Vox.

Feijóo se lo desmontó al ofrecerle que firme el gobierno (PP o PSOE) que resulte ganador el 23-J. Fue el reto de la noche, conscientes los dos de que las encuestas avisan de una mayoría del PP, que puede necesitar en mayor o menos medida a Vox. Silencio total por parte del candidato socialista, que no cesó de repetir que le pregunten a Vara, comentario que a muchos espectadores podía sonar raro, pues no todo el mundo sabe que el socialista Guillermo Fernández Vara fue el más votado en Extremadura, y sin embargo han pactado PP y Vox.

Otro silencio clamoroso: la política con Marruecos. El gallego salió con habilidad diciendo que, si Sánchez explicaba cuál es su política al respecto, podría opinar sobre ella, pero que no hay modo de saberla, ni en sede parlamentaria incluso.

Era previsible: Sánchez azotó los gobiernos del PP con Vox y lo que podía avecinarse en España si gobiernan en coalición. No se esperaba que Feijóo le recordara los pactos que ha habido PSOE-Vox, para evitar que gobierne el PP. Pero se metió en un lodazal, porque, al hablar de pactos, Sánchez tiene el “agujero” negro de estos años de haber pactado con Bildu, independentistas catalanes y formar gobierno con Podemos, que le quitaba el sueño solamente de pensarlo unos meses antes de llevarlo a cabo.

La ley del “solo sí es sí” le costó un buen rapapolvo al presidente del Gobierno, como era de prever. Ante cuestiones tan candentes y recientes, que se remontara a Aznar y las Azores, o los atentados terroristas del 11-M, dudo mucho que sea una buena opción, como no lo hubiera sido remontarse a los GAL, Roldán, EREs Andalucía.

Sánchez ha gobernado gracias a pactar con quien haga falta. Y coincido con Carlos Herrera en que puede volver a ser presidente, como no haya una mayoría absoluta entre PP y Vox. Sin embargo, el debate del pasado lunes no le va a aportar votos al PSOE, aunque curiosamente puede darlos a Bildu, ERC… precisamente por ver el estado de gran debilidad que tiene Sánchez, y que la “taza y media” que ha pedido Otegui peligra totalmente si gobierna Feijóo. La debilidad de Sánchez es, probablemente, su fuerza, y más en estos momentos: sus socios lo saben. Atentos.

 

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.